Durante muchas épocas de crecimiento y desarrollo económico de los Estados Unidos, el país se ha beneficiado de la llegada de la élite educada de otras tierras que huyen de sus países de origen en busca de una vida mejor. Ya fueran refugiados económicos o políticos, fueron recibidos con los brazos abiertos. Muchos de estos se convirtieron en ciudadanos honrados y productores destacados en la economía estadounidense. Algunos países como Cuba, a partir de fines de la década de 1950, perdieron a la mayoría de sus miembros profesionales de la sociedad en favor de otros países, principalmente Estados Unidos. Esta fuga de cerebros tuvo efectos devastadores en Cuba. Todavía no se han recuperado.

Estados Unidos en el pasado ha sido afortunado y bendecido porque el país no solo ha tenido su propia élite educada, sino también muchos de otros países sobre los cuales construir. Sin embargo, a partir de 2010 existe la posibilidad de que este proceso se revierta. Numerosos profesionales educados e incluso empresas enteras se están mudando a otras partes del mundo, en busca de más oportunidades económicas y menos impuestos. Es posible que la fuga de cerebros estadounidense ya haya comenzado.

Mientras los líderes del gobierno de los Estados Unidos hablan abiertamente de redistribuir la riqueza, suenan las alarmas. Las personas, que han pasado toda su vida trabajando y ganando dinero bajo el sistema abiertamente capitalista, se ven incapaces de retener sus ganancias debido a un gobierno abiertamente hostil que opera con la intención de quitarles a los que tienen y dar a los que no tienen. Este artículo no trata sobre lo correcto o incorrecto de la política, pero reconoce lo que está sucediendo como un factor en un número cada vez mayor de ciudadanos que se convierten en expatriados, y un número mucho mayor que en el pasado, en realidad renuncia a su ciudadanía estadounidense.

Percepción es realidad. En este caso la percepción es que cada vez es más difícil retener los frutos del trabajo en los Estados Unidos bajo una tendencia gubernamental abiertamente socialista. Ayudar a los desfavorecidos y enfermos es una cosa. Obligar a aquellos que se han ganado a través de su propio trabajo duro a pagar por aquellos que no han trabajado o no trabajarán es otra cosa y crea una percepción de futilidad.

Este sentimiento de inutilidad y la frustración resultante ha llevado a muchos a considerar mudarse al extranjero. Algunos han tomado la decisión basándose en la posibilidad de mejores condiciones de vida en el nuevo destino por la misma cantidad de ingresos. Otros lo ven como una oportunidad de vivir una existencia más tranquila y relajada. Cualquiera que sea la razón, el motivo desencadenante mencionado con más frecuencia es el sentimiento de que estas personas ya no creen en la capacidad de su gobierno para anteponer los intereses de sus ciudadanos.

Es cierto que las cargas de la ciudadanía estadounidense (particularmente las políticas fiscales) siguen a estos expatriados a sus nuevos destinos. Pero incluso entonces, se considera que los beneficios percibidos y reales de vivir en el extranjero superan la desventaja de permanecer en los límites territoriales de los EE. UU. Solo se sabrá si los beneficios finalmente superarán las desventajas con el tiempo, pero mientras tanto, el éxodo de expatriados… y la fuga de cerebros resultante, continúa en números cada vez mayores cada año. Alguien obviamente cree que vale la pena el esfuerzo de vivir como expatriado.

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